André Kientz ha dado un importante salto cualitativo con esta bodega que data de 1696. Sus vinos reflejan sutilmente y con elegancia la pureza de su amplia paleta varietal. Desde sus genéricos de la Metzig a sus grand cru Winzenberg.
Vino parcelario, cuyos viñedos lleva con mimo Emeline, la hija de André Kientz, presente y futuro de la bodega. Tan solo se elabora en las añadas que reunen las condiones para garantizar su calidad. Posee la frescura y elegancia sellos de la casa, mineralidad y fruta en equilibrio, y donde asoman leves hidrocarburos que se irán haciendo más presentes con su tiempo en botella.
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